La vida es muy distinta a lo que era antes. Yo lo sé, porque Abelardo no se cansa de repetírmelo.
«Antes era distinto» dice, incluyendo una pausa entre la primer y la segunda silaba.: «aaann-tes era distinto», repite mientras va dirigiendo lentamente su mirada hacia un punto fijo en alguna parte del techo.
Es una frase que yo pronuncio en dos segundos pero en Abelardo tiene una duración de 80 años -los mismos que cumplió el mes pasado-.
Y yo, ya sé lo que se viene detrás de esa frase.
Abelardo es así, le encanta repetirme las cosas una y otra vez. Creo que piensa que es una manera eficiente de enseñarme algo. Le dije mil veces lo que pienso de ese monólogo. Pero él todavía no entiende
que yo pronuncio más rápido.